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Medicina tradicional mexicana: flor de cempasúchil

Dr. José Ignacio Peregrino

Área Técnica de Natural Secret Xpatl

La flor de cempasúchil —vocablo náhuatl que significa ‘veinte flores’ o ‘flor de veinte pétalos’ y cuyo nombre científico es Tegetes erecta— pertenece a la familia de las asteráceas, al igual que la margarita y el girasol. En México es una flor con gran valor simbólico, especialmente en la celebración del Día de Muertos. Existen poco más de 30 especies distintas, las cuales crecen y se desarrollan principalmente en Chiapas, Estado de México, Morelos, Puebla, San Luis Potosí, Sinaloa, Tlaxcala, Oaxaca, Jalisco, Veracruz y en algunos países de América Central. La producción anual alcanza las seis mil seiscientas toneladas y sus principales productores a nivel mundial son China y la India. La reproducción de esta planta es a base de semillas y su época de floración es durante el verano y el otoño septentrional; sus flores son muy aromáticas y su color oscila entre el amarillo y el naranja.

Esta típica flor ha sido utilizada desde tiempos prehispánicos, con fines gastronómicos: se usa como ingrediente para la elaboración de sopas, ensaladas, postres e infusiones; religiosos: como decoración y ofrenda ritual en el Día de Muertos; es habitual utilizar los pétalos para marcar en el suelo el camino que deben seguir las almas de los difuntos hacia los altares domésticos levantados en su honor; esto se debe a que, de acuerdo con las fuentes históricas, los pobladores mesoamericanos consideraban que los pétalos de la flor guardaban el calor de los rayos solares e iluminaban el camino de regreso a los difuntos. Y, por supuesto, también para usos cosméticos: la referencia más antigua la podemos encontrar en el Códice Florentino, en donde se describe su uso con estos propósitos.

La mayoría de los autores coinciden en establecer a México como el lugar de origen de la planta, debido a su diversidad y que puede encontrarse tanto de manera silvestre como cultivada. El cempasúchil presenta un uso muy generalizado en la herbolaria tradicional mexicana y en la de otros países. Y aunque es incierta la introducción del cempasúchil en Europa, hay testimonios de su utilización en el siglo XVI.

En el Códice Florentino se señala su empleo a nivel ceremonial, medicinal y ornamental; su olor fuerte y colores llamativos le confieren la calidad de «caliente», además de curativa ante enfermedades físicas y «sobrenaturales»; diferentes autores hacen referencia a estas propiedades, dentro del marco de la medicina tradicional, para el tratamiento de diferentes padecimientos como son: malestares digestivos (cólico, diarrea), pulmonares (tos, alergias), de los ojos (orzuelos, lagañas), de la piel (cicatrización, úlceras, salpullido, verrugas) y culturales (empacho, aire, espanto, susto). Los usos medicinales posteriores recomiendan al cempasúchil para desparasitar, combatir la inapetencia y los cólicos intestinales, y también para contrarrestar ciertas molestias biliares.

Las flores, en sus pétalos contienen abundantes carotenoides (luteína y xantofilas —antirradicales—), a los que se les atribuye una importante actividad antioxidante, así como de ser precursores de vitamina A; aminoácidos, como el ácido glutámico, de naturaleza hidrofílica —favorece la retención de agua (hidratación)—; atributos regenerantes como componente proteico; y flavonoides: protectores vasculares y antinflamatorios; esto, solo por nombrar algunas de las propiedades terapéuticas de esta prodigiosa flor.

Químicamente, la flor contiene, además, aceites esenciales, resinas, taninos, azúcares, materias mucilaginosas, monoterpenoides, aminoácidos libres y enlazados, entre ellos el mencionado ácido glutámico, que es el de mayor concentración.

El ácido glutámico es uno de los aminoácidos más abundantes del organismo y un «comodín» para el intercambio de energía entre los tejidos. Se considera un aminoácido no esencial porque se puede sintetizar en muchos tejidos; sin embargo, tiene un papel fundamental en el mantenimiento y el crecimiento celular; al ser una molécula hidrofílica, proporciona una alta capacidad de fijación de agua a la piel, por lo que su uso continuo mejora la tonicidad y reduce las líneas de expresión y al mismo tiempo tiene un alto poder reparador de la piel y del cabello.

Las hojas del cempasúchil contienen aceites esenciales en los que se han identificado monoterpenos, entre ellos el geraniol y el linalool que funcionan como potentes bactericidas, antifúngicos y antiinflamatorios, por lo que sus aplicaciones terapéuticas son diversas.

Natural Secret Xpatl integra la flor de cempasúchil —con importantes beneficios para la piel— a nuevos desarrollos cosmetológicos; por ejemplo, en su línea de mascarillas prehispánicas orgánicas: la
mascarilla facial dermoplástica Yum Kax (regenerante y revitalizante), en sinergia con el huitlacoche (por sus activos se le considera un nutracéutico); en la línea Clásica, la mascarilla plástica facial Ixcatzin (desensibilizante y purificante), interactuando con las flores de tila, para producir una acción sedante y analgésica; y en la línea Lodos, el lodo corpofacial botánico Yolotl (hidratante y remineralizante) que, al contener lodo volcánico y activos de flores aromáticas (rosa y jazmín), hidrata, remineraliza, depura y desinflama, coadyuvando a recuperar la juventud, vitalidad y belleza de la piel.