E.C.C. Minerva Dávila Santos
Directora de Lumine Skin
Según la definición del diccionario, la palabra astringente se refiere, en general, a la sustancia que produce desecación; en cuanto al enfoque cosmetológico, se define como la sustancia que se caracteriza por tener efectos de manera localizada, secando y contrayendo los poros y tejidos blandos.
Su aplicación en la piel genera como respuesta:
- La sensación de estiramiento y tirantez.
- Una reducción temporal del tamaño del folículo pilosebáceo.
- La actividad antitranspirante.
- La disminución en el nivel de producción sebácea.
- La coagulación eficiente de la sangre ante una herida reciente.
- La erección del vello.
- Una acción reafirmante.
- Una sensación refrescante.
Los cosméticos con propiedades astringentes se recomiendan, mayormente, en pieles seborreicas y con acné.
El grado de alcohol que contenga una loción determinará si se le llama loción o tónico astringente. Así mismo, el efecto de los astringentes consiste en estimular el endurecimiento y la firmeza de la piel; es por eso que en los tratamientos reafirmantes es frecuente su aplicación, cuidando siempre que el grado de astringencia que produzca el cosmético sea controlado, para evitar resecar de más y el efecto contrario de lo que se busca, es decir, generar flacidez en vez de lograr la turgencia de las fibras de sostén.
De igual manera, en el caso de pieles seborreicas y acneicas, dependerá del grado de producción de grasa que se genere para que el nivel de astringencia sea menor, porque de lo contrario podríamos provocar el temido “rebote”, ya que, al resecarlas de más, estarán en desequilibrio y comenzarán a generar una mayor cantidad de sebo.
Un producto astringente puede aplicarse, tanto en la cara, como en el cuerpo; es una gran alternativa como tratamiento contra la flacidez: desde envolturas corporales, hasta mascarillas de distintos barros, fangos y arcillas, con los beneficios de que, además de reafirmar, también remineraliza, por lo que será mayor el éxito de los resultados obtenidos en tratamientos reductivos.
Los astringentes se dividen en dos tipos: inorgánicos (metales) y orgánicos.
Astringentes inorgánicos (metales):
- Compuestos de aluminio, alumbre (sulfato alumínico potásico), sulfato de aluminio y cloruro de aluminio hexahidratado; utilizados en hiperhidrosis plantares y hemostasia.
- Compuestos de zinc, sulfato de zinc, óxido de zinc, cloruro de zinc, que, generalmente, se utilizan en desodorantes, eccemas, úlceras y heridas.
- Sulfato de cobre; es fungicida.
Astringentes orgánicos (vegetales):
Taninos; se utilizan sobre piel erosionada, en hemorroides, quemaduras y eccemas; una administración prolongada puede causar supraabsorción de taninos vía sistémica y producir hepatotoxicidad. Aguas destiladas vegetales, que, por ser ricas en taninos, como el agua de Hamamelis, de rosas, de manzanilla, de azahar y de laurel-cerezo, son las más empleadas.
Para finalizar, debemos comprender que un producto astringente nos ayudará en los procesos de cicatrización, así como en la desinflamación y en la detención de una hemorragia.