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Envejecimiento: compañero permanente de viaje ¡Cómo convertirlo en una experiencia sana y amigable!

Dra. Vivian Melisa Villa León

Médica cirujana con especialidad en Medicina Estética

El envejecimiento es un proceso completamente natural, inherente a nuestro desarrollo orgánico y a lo largo de toda nuestra vida; debido a esto, surge la necesidad de encontrarnos siempre en pro de desarrollar técnicas, equipos o sustancias que actúen como aliadas para contrarrestarlo, o, de alguna manera, atenuarlo. Durante siglos hemos buscado —e ideado—la fuente de la eterna juventud, pensamiento que a muchos y a muchas nos ha quitado el sueño y que, por lo tanto, ha dado origen a la aparición de múltiples tratamientos y principios activos que cada vez nos acerquen más a la meta de una vejez distante en el tiempo y no perceptible a la vista.

Y es que estamos hablando de un proceso propio del organismo, presente desde el momento mismo de la concepción, cuando se inicia la división celular y, consecutivamente, con cada una de estas segmentaciones —lo que significa un menor tiempo de vida útil para nuestras células—.

Además de ser una sucesión dinámica, es también una secuencia multifactorial, afectada no solo por factores externos (exposoma) sino también por internos: predisposición genética, estrés oxidativo, presencia de radicales libres que destruyen la matriz extracelular, y cambios hormonales —lo que, a este respecto, pone en desventaja a las mujeres—. Afortunadamente, los factores de mayor impacto y principales causas de envejecimiento se encuentran en el exterior; y es afortunado porque nos permite generar un control sobre ellos y limitar su impacto en contra de nuestro bienestar.

No está de más mencionar que la exposición solar y el fotoenvejecimiento son los protagonistas de esta historia, y que son causantes de la mayor parte de los dolores de cabeza de hombres y mujeres que empiezan a presentar cambios relacionados con la edad —reflejados no solo en la piel de sus rostros, sino en sus escotes, manos, antebrazos y, en general, toda zona que este expuesta, sin protección, a los lesivos rayos solares—.

Por supuesto, no podemos dejar de lado la contaminación atmosférica, la nicotina, una nutrición inadecuada y cuidados insuficientes de nuestra piel, todos factores importantes, pero, al mismo tiempo, corregibles. Y es, precisamente, la presencia sostenida de estos agentes externos la que nos permite ser testigos de la aparición, también constante, de nuevas opciones de manejo de lo que creíamos que solo podía ser controlado en una sala de cirugía, con la posterior presencia de cicatrices no deseadas o resultados no favorables y, por consiguiente, no bien recibidos, y que al ser una solución definitiva también se convierten en permanentes.

En la última década se han venido abriendo un abanico de opciones mínimamente invasivas en el manejo de tratamientos para nuestra piel y, claro, para el control del envejecimiento, transformando el concepto que tenemos de belleza: pasando de lo superficial a lo necesario y saludable, dándole una posición preponderante a la belleza natural y recalcando que «menos es más»; es devolverle a la piel la importancia que merece, pues además de ser el órgano más grande de nuestro cuerpo es una barrera protectora que cumple múltiples y vitales funciones, y que cada pequeño detalle que presenta puede ser una alerta sobre lo que está sucediendo en nuestro interior, física o emocionalmente.

Es entonces cuando debemos contar con tratamientos y productos llenos de principios activos ultranaturales —con un sinnúmero de beneficios para nuestra piel—, que puedan ser manejados a nivel profesional en cada cabina o consulta, pero que también sean llevados a casa dentro de las rutinas de cuidado facial —dos veces al día y con un enfoque sobre el biotipo cutáneo correspondiente—.

Existe la tendencia profesional de llevar a cabo las terapias de manera combinada, en las que, en una sola sesión, logremos revertir años al rostro con la aplicación de un full face: sumando los beneficios de un peeling bien enfocado con la mezcla de diferentes ácidos a porcentajes no abrasivos, a la vez que adicionamos los beneficios de una excelente toxina botulínica y una bioestimulación completa, ya sea con hilos o con el bioestimulante de nuestra elección; o convertir una simple limpieza facial en una experiencia inolvidable con resultados casi inmediatos: utilizando principios activos hidratantes, despigmentantes o nutritivos, a la vez que incluimos aparatología que estimule la producción de colágeno y elastina —que como es bien sabido empieza a declinar a partir de los 25 años—.

Técnicas como el dermapen, cuyo uso adecuado genera de por sí una bioestimulación importante, nos permiten facilitar y potencializar la penetración y efecto de sustancias reparadoras, antioxidantes, nutritivas e incluso despigmentantes, tales como las ampolletas con concentrado de vitamina C derivado de la ciruela kakadu —que adicionalmente tienen un efecto redensificante y carecen de la indeseable fotosensibilización—, o las ampolletas con vitamina D que, junto con otros componentes aseguran la hidratación y tonicidad de la piel, convirtiendo una sesión de cuidado facial en un procedimiento de bienestar con un enfoque terapéutico, holístico e individualizado.

Vale la pena recordar que el envejecimiento celular no tiene nada que ver con el envejecimiento cronológico; las enfermedades crónicas, los vicios y las intoxicaciones generan acortamiento de los telómeros y le quitan años de vida útil a nuestras células, así como también lo hacen las enfermedades autoinmunes, psiquiátricas, inflamatorias crónicas, e incluso los medicamentos y/o tratamientos anticancerígenos, y el estrés crónico.

Podemos afirmar que, sin importar la edad asentada en nuestro documento de identificación, los cuidados que brindemos a nuestra piel y el estilo de vida que llevemos van a marcar la diferencia ante el proceso natural de envejecimiento que se está llevando a cabo en nuestro cuerpo.

Teniendo todo esto en cuenta, es de vital importancia que el abordaje que demos a nuestro paciente sea integral, asegurando que su limpieza facial se vea complementada con una meticulosa rutina de cuidado facial en casa, identificando el biotipo y necesidades propias de cada piel; así mismo, le introduciremos a un mundo de vida saludable, donde el cuidado del colon, con la toma de probióticos, cumpla un papel fundamental, invitándole también a abandonar el estrés con la práctica de la meditación o algún tipo de actividad física, e incentivándole a una nutrición rica en antioxidantes naturales presentes en frutas y verduras, y, por supuesto, a un periodo de descanso y sueño idóneos cada noche.

En la actualidad, contamos con complementos vitamínicos ricos en biotina, vitamina D3, zinc, que apoyan nuestros tratamientos capilares, así como otros enfocados en el control de trastornos hormonales, procesos inflamatorios crónicos y acné o rosácea, que potencializan y perfeccionan el manejo que de ellos realicemos en cabina.

Podemos concluir entonces que nuestro papel dentro del cuidado de la piel ha trascendido, y el contar con técnicas y tratamientos mínimamente invasivos nos permite generar una mayor y mejor conexión hacia nuestros pacientes, obligándonos a permanecer a la vanguardia.

Resumiendo lo anterior, nuestras y nuestros pacientes, al salir de cada sesión, deben contar con:

  • Esquema de tratamiento en cabina acorde con las necesidades de su piel.
  • Rutina de cuidado facial, para manejo de día y noche en casa, de uso potencializado en cabina.
  • Aunque es parte de la rutina de cuidado facial, el aleccionamiento en la utilización del protector solar a diario —con su respectiva reaplicación frecuente— debe contarse como un punto adicional al que le hagamos el mayor énfasis, ya que vamos a estar combatiendo la principal causa de lesión celular y, por lo tanto, de envejecimiento cutáneo.
  • Alimentación balanceada rica en antioxidantes.
  • Asegurarnos que, por lo menos, tendrán siete horas de sueño cada noche.
  • La práctica de algún tipo de actividad física o meditación que les permita disminuir los niveles de estrés.
  • Apoyo de nuestros tratamientos con un cuidado adecuado del colon, identificándolo como un órgano fundamental en la conservación de la salud.
  • Uso de complementos multivitamínicos enfocados en las patologías que estamos controlando o en las metas de recuperación que se quiera alcanzar.
  • Y, por supuesto, hacer uso de la aparatología dispuesta y que, cada vez más, complementa nuestros tratamientos, brindando mejores resultados, haciéndolos menos molestos y, por ende, con menor presencia de efectos secundarios indeseables. Sin embargo, este es un tema que trataremos a fondo en una próxima publicación, donde nos pondremos al día con las tecnologías que nos permitan ir en pos de nuestro “anhelado sueño de la eterna juventud”.