Diversos factores ambientales, así como procesos fisiológicos como la edad, el cambio de etapas o el embarazo, pueden producir alteraciones en las células y funciones de la piel y derivar en marcas o hiperpigmentaciones, como las pecas, el paño o las manchas solares.

Exponer la piel constantemente y por largos periodos al sol provoca un efecto protector en la piel en el que la melanina se activa y genera manchas o un efecto bronceado. Pero mientras más continua sea esta exposición, menos tiempo tiene la piel para regenerarse y las manchas comienzan a acentuarse.

El paso de la edad también afecta los ciclos naturales de la piel y genera pigmentaciones anormales. Es bien conocido que, durante el embarazo, los cambios hormonales provoquen manchas conocidas como paño, en el rostro y el escote.

A grandes rasgos podemos decir que la hiperpigmentación en la piel es una condición anormal y multicausal, y dependiendo de qué la origina se podrá definir el rumbo de algún tratamiento. Durante estos tratamientos se suele recurrir a la aparatología biofotónica, láser y de limpieza, permitiendo que la piel acelere su proceso de renovación, al tiempo que produce nuevo colágeno y elastina.

Es importante el correcto diagnóstico de cada tipo de mancha para evitar resultados adversos.