La energía electromagnética focalizada de alta intensidad se basa en la inducción de un campo electromagnético que produce una contracción potente (supramáxima) del músculo, de manera indolora, no invasiva y que no genera fatiga muscular.
En cada sesión se producen aproximadamente veinte mil contracciones musculares, lo que no sería posible de lograr con la acción voluntaria de los músculos mediante ejercicio o entrenamiento intenso.
Como reacción, el músculo responde con una profunda remodelación de su estructura interna, es decir, con el crecimiento de las miofibrillas (hipertrofia muscular) y la creación de nuevas hebras proteicas y fibras musculares (hiperplasia muscular), dando lugar a un volumen y una densidad mayores del músculo.
A su vez, las contracciones intensas mejoran la liberación de epinefrina, lo que activa un efecto cascada que desencadena la lipólisis en las células de grasa. Dado que la estimulación es tan rápida e intensa, la respuesta lipolítica es excesiva y los ácidos grasos libres (AGL) comienzan a acumularse en los adipocitos (células grasas).
El flujo excesivo de los AGL provoca una disfunción de las células e induce la apoptosis programada. Las células grasas colapsan y se eliminan de forma natural.
La acción de los campos electromagnéticos en el músculo no permite su relajación entre contracciones, es decir, el músculo se ve obligado a estar contraído durante algunos segundos y, en consecuencia, se adapta.
De acuerdo con algunos estudios, se pueden alcanzar hasta un 16 % de aumento de músculo y hasta un 19 % de efecto reductor de la grasa.