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Un Rostro limpio y sano también es «Cosa de Hombres»

Las condiciones y características de la piel masculina, tanto facial como corporal, vienen determinadas por la testosterona, lo que la hace muy distinta a la femenina, y significa que necesita un tratamiento especial y personalizado para cubrir sus principales necesidades.

Si bien es entre un 20% a 25% más gruesa que la femenina, pues posee más cantidad de colágeno dérmico, la piel del rostro masculino también tiene más glándulas sebáceas que producen el doble de sebo, dando a la piel un notable aspecto brillante y graso, y la hace mucho más propensa a acumular impurezas y padecer acné y puntos negros, puesto que los poros son más y de mayor tamaño.

En el caso de una piel “normal”, es decir, que no presente ninguna enfermedad, se recomienda el uso de limpiadores específicos para rostro y seborreguladores; hidratantes adecuados al tipo de piel, de textura ligera, concentrados y no grasos, especialmente si la piel está sensibilizada por el afeitado.

Hablando del afeitado, este es un problema muy particular de la piel facial masculina, ya que el rostro presenta mayor cantidad de vello facial que el femenino: entre 20 y 80 pelos/cm2 en mejillas. En promedio, el rostro se rasura unas 16,000 veces a lo largo de la vida, y este proceso facial regular estresa la piel, la sensibiliza y hace que reaccione más rápido, además de erosionarla y propiciar cortes, puesto que con el paso de la cuchilla se elimina la capa superior de la piel dejándola expuesta y sensible a cualquier influencia externa (bacterias, contaminación, radiación, etc.). Por todo esto, es sumamente importante que un hombre que rasure su rostro diario o con cierta regularidad prepare adecuadamente su piel. Una recomendación es afeitar después de la ducha y aplicando un limpiador; asimismo, es necesario el uso de crema o espuma para afeitar suficiente que, de preferencia, contenga propiedades bactericidas, y una cuchilla limpia y con el filo óptimo para que se deslice suavemente sobre la piel en el sentido del crecimiento del vello sin causar irritación ni cortes. Posterior al afeitado, se deben usar productos refrescantes y calmantes.

Male applying moisturizer to her face in a locker room

En cuanto al envejecimiento de la piel facial masculina, este es un proceso que ocurre también de manera distinta al del rostro femenino. Es verdad que el envejecimiento tarda más en reflejarse en un hombre que en una mujer debido, primeramente, a que la piel es más gruesa, con mayor colágeno y de aspecto más compacto y firme; y en segundo lugar a que la piel del varón envejece de manera “constante” a lo largo de su vida; a diferencia de la piel femenina, que experimenta momentos dramáticos como, por ejemplo, después de la menopausia, cuando la piel se adelgaza considerablemente y los efectos son muy visibles. Sin embargo, en el hombre, llega un punto en el que los signos se manifiestan en el rostro y, cuando lo hacen, sucede de manera rápida y demasiado evidente. Entre los principales signos están la pérdida de masa muscular y flacidez, ojos hinchados y ojeras y, en el caso de las arrugas, que también tardan en aparecer, cuando lo hacen, es porque los surcos ya están plenamente formados, es decir, las arrugas son profundas y presentes.

Por ello, al igual que para piel femenina, es imperativo el uso de protector solar, además de establecer una rutina de cuidado completa que involucre una limpieza óptima diaria por la mañana y la noche, y que sea hidratante, antiarrugas, antiedad, que cubra las necesidades del contorno de ojos y, sobre todo, que esté diseñada para el tipo de piel de cada hombre: grasa, mixta, normal, seca.

Adicionalmente al cuidado diario, es sumamente recomendable el cuidado por medio de aparatología profesional, ya sea para atacar problemas tales como el acné severo a través de emisiones láser, por ejemplo, o ya sea para reforzar el mantenimiento general del rostro mediante equipos de limpieza profunda y emisiones que promuevan la oxigenación, la tonificación, la hidratación, el control de grasa y el rejuvenecimiento.